Este 8 de marzo las docentes de Tierra del Fuego paramos y salimos a luchar para reclamar por nuestros derechos y los de nuestras estudiantes.
Con barbijo, alcohol en gel y manteniendo distanciamiento social nos encontramos en:
Río Grande: Torre de Agua, 16:50 hs.
Tolhuin: Plaza Cívica, 18.00 hs.
Ushuaia Tribunal de justicia (calle Lugones), 15.30 hs.
La deuda es con NOSOTRAS.
¡Si nuestras vidas no valen produzcan y reproduzcan sin NOSOTRAS!
Las desigualdades y la violencia de género nos indignan, nos rebelan y nos duelen, por eso nos convocamos a gritarlo en todo el mundo, con la fortaleza que nos da sabernos juntas.
Este año nos volvemos a encontrar en este nuevo Paro Internacional Feminista 8M: una cita trasnacional, plurinacional, intergeneracional y transversal que desde hace años viene acumulando fuerza y revolucionando el mundo entero.
Vivimos en una sociedad patriarcal, en la cual debemos pelear, cada espacio, cada derecho, aún uno tan elemental como el derecho a la vida.
Paramos porque la pandemia ha impactado en nosotras las maestras y profesoras: en cuanto al empleo, al teletrabajo, la sobrecarga de los cuidados en los hogares y las tareas domésticas, el estrés y agravó terriblemente la violencia intrafamiliar, teniendo la agravante de que muchas mujeres conviven con sus agresores en el encierro, quedando en un lugar de mayor vulnerabilidad.
Nosotras, maestras y profesoras, somos un sector fundamental en la sociedad, hemos dado y seguimos dando respuestas innovadoras, inmediatas y colectivas en el resguardo de la comunidad educativa en el contexto de la pandemia por el coronavirus.
Este 8M volvemos a exigir el desprocesamiento de nuestras compañeras por luchar y la efectiva PRESCRIPCIÓN DE LA EXONERACIÓN y la FINALIZACIÓN DE LOS EFECTOS INHABILITANTES de la exoneración impuesta por Fabiana Ríos y Rosana Bertone a nuestra compañera Verónica Alfonso por participar de una protesta.
Paramos porque nos encontramos lamentando un femicidio cada 24 horas, en una cadena de violencia machista que no cesa y donde decimos que es responsabilidad del Estado, porque evidentemente, faltan políticas y dispositivos para enfrentarla, porque la mayoría de las víctimas hicieron denuncias por violencia de género antes de ser asesinadas, denuncias que no tuvieron respuestas y también porque muchos femicidas son miembros de las fuerzas represivas, como en el caso de Úrsula Bahillo.
Exigimos que se implemente de forma efectiva y urgente la Ley Micaela en el poder judicial y para cada uno de los agentes del Estado, con acciones concretas contra los jueces y fiscales que nos dejan a merced de la violencia machista.
Exigimos que se declare la Emergencia Nacional en Violencia de género y se aborde un plan Federal con presupuesto acorde para parar los crímenes de género que son en su mayoría evitables, multiplicando los equipos interdisciplinarios de atención, acompañamiento y seguimiento no sólo para la etapa crítica sino también a largo plazo para las víctimas de violencia de género, garantizando el acceso a vivienda segura para mujeres, niños, niñas y adolescentes.
No vamos a naturalizar los números diarios de los femicidios ni de los travesticidios. Cuando nos matan por ser mujeres, trans, travestis, lesbianas o maricas están queriendo aterrorizar y eliminar modos de vida que se arriesgan a inventarse en medio de la precariedad, que se juegan contra la pobreza y las violencias, que defienden los territorios del despojo del capital, que resisten la criminalización de las protestas, las exoneraciones y los procesamientos.
Decimos que vivas nos queremos y nos hacemos parte del grito de nuestras hermanas en Chile: ¡Hasta que valga la pena vivir!
Una vida que nutra nuestras autonomías, nuestros deseos colectivos y no una sobrevivencia que nos angustia, que nos paraliza, que nos quiere encerradas en las casas, precarizadas y trabajando infinitas horas por día gratis o por sueldos miserables, haciendo malabares para nuestro sustento cotidiano.
La vida que queremos es la que se pone en alerta frente a los extractivismos y que se extiende en cuerpos-territorios que nos nutren: la que protege el agua contra el envenenamiento en Mendoza y en Chubut, la que confronta las mineras en San Juan y Catamarca. La vida que queremos no es una sobrevivencia biológica, es un deseo de dignidad.
¡Libres nos queremos!
Nosotras paramos por nuestro derecho a decidir por nuestros cuerpos. Paramos porque queremos que los cuidados no sean nuestra obligación y nuestro mandato, sino un derecho de todes, para todes.
Queremos ser libres y no valientes a la hora de decidir sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos, a la hora de defender nuestros cuerpos-territorios de los despojos y de las violencias sexuales e institucionales.
Exigimos que no haya ni una presa, ni una compañera procesada o exonerada por luchar, ni una presa por autodefensa, ni una presa por migrar buscando una vida mejor. Estamos hartas de la amenaza constante de la Justicia Patriarcal sobre nuestros cuerpos, vínculos y decisiones.
Paramos contra la crueldad en las cárceles, y contra toda forma de encierro y cercamiento. Paramos por la libertad de nuestras compañeras detenidas en la represión en Chile, en Bolivia, Colombia, Ecuador, Brasil, y Haití.
Paramos por la efectiva implementación de la ESI porque amplía nuestras libertades y expande nuestros deseos y derechos a vivir y a ser quienes queremos ser. Decidir en libertad sobre nuestros cuerpos y nuestra libertad para maternar, haciendo efectivo el derecho de la IVE que conquistamos en el 2020, el cual también debemos erradicar de la clandestinidad pedagógica e incorporar su abordaje en los contenidos ESI.
¡Desendeudadas nos queremos!
Nosotras paramos porque no aceptamos que vivir produzca deuda ni aceptamos vivir para pagar deudas. Porque no nos resignamos a la explotación de nuestras vidas por las tasas de interés usureras de los bancos y de todos los sistemas que se benefician de que sólo podamos llegar a fin de mes cada vez más endeudadas.
Paramos contra la forma en que nuestros ingresos -sobre todo las jubilaciones y los distintos subsidios- se han convertido en un botín para los préstamos caros y el refinanciamiento permanente de deuda con más deuda.
Paramos porque sabemos que no hay deuda pública y externa que no se traduzca en deuda doméstica y en ajuste para todos y todas. Paramos porque sabemos que las violencias económicas son el engranaje imprescindible de las violencias machistas. Paramos porque la vivienda es un derecho y no una deuda. Paramos porque reclamamos políticas de desendeudamiento, porque sin desobediencia financiera no hay soberanía.