La discusión sobre la Reforma Educativa en Tierra del Fuego se va imponiendo en la agenda de los docentes en la medida en que se avanza de manera unilateral por parte del Ministerio de Educación.
Se evidencian las dos posturas en la misma: por un lado el famoso “copio y pego”, la receta, es decir, aplicar los lineamientos que bajan desde Nación sucumbiendo a las presiones de los acuerdos que han realizado en el Consejo Federal de Educación; por otro lado, quienes entienden que el Sistema Educativo en Tierra del Fuego tiene particularidades que deben ser atendidas y que es necesario impulsar una transformación real que apunte a atender las necesidades de la comunidad educativa en toda la provincia.
Claro que en este marco de disputas de ideas y puntos de vista, la imposición de una jornada ampliada y cambios curriculares que se están aplicando no ayudan al enriquecimiento que puede proporcionar un debate con la participación de todos los miembros de la comunidad educativa.
Otro punto importante es la inversión. No hay transformación posible sin la inversión adecuada. Y no se puede construir un segundo piso, si los cimientos no están en condiciones. El estado de los edificios escolares por falta de inversión y mantenimiento es deplorable en toda la provincia, ninguno cumple con los requerimientos mínimos de salubridad e higiene. El ejemplo emblemático: El Colegio José Martí.
¿Cuánto tiempo pasará para que otro Colegio o Escuela siga ese camino de deterioro y quede fuera de todo servicio?; ¿Cómo se explica que cientos de estudiantes no hayan tenido Educación Física en lo que va del año?
Si no existe un plan de mantenimiento, menos podemos esperar un plan de contingencia, y así quedó demostrado con las “soluciones” que le dio el Poder Ejecutivo a la comunidad educativa del Martí.
¿Podemos hablar de una inversión edilicia para jornada extendida, con edificios escolares que alberguen mayor cantidad de alumnos, poniendo parches nuevos en tela vieja?
Tampoco es posible una transformación sin la participación de uno de los actores fundamentales del acto de enseñanza y aprendizaje: los trabajadores de la educación.
Pero la disputa por la educación que queremos en Tierra del Fuego no se da solamente en lo discursivo. La aplicación inconsulta, sin Ley aprobada, sin inversión, con baja de contenidos de enseñanza, con cargos puestos a “dedo” en las instituciones, y sin tener en cuenta las condiciones laborales (cantidad de horas, horarios, situación de revista, forma de toma del cargo), nos da claras muestras de que hay una parte que no quiere ir a un diálogo, a un intercambio de ideas, a generar un espacio de apertura que pueda resumir las necesidades de todo un pueblo en materia educativa. Las pocas reuniones salteadas con sectores, son utilizadas para hacer ver que existe un diálogo. Hacen que dialogan y no dialogan, hacen que escuchan y no escuchan, hacen que hacen y no hacen.