Para quienes tenemos nuestra militancia teñida del color de las luchas por recuperar, defender y conquistar derechos, no ha sido fácil tomar la decisión de disputar un espacio en el campo de la política partidaria.
No es un territorio que nos resulte amigable. No es un ámbito de debate con las reglas a las que estamos habituados. Es más, muchas veces hemos cuestionado y combatido las prácticas que se utilizan en el afán de conquistar votos.
Trabajamos todos los días desde hace muchos años para construir una nueva forma de hacer política, para darle un nuevo significado a la militancia.
La política de grandes aparatos partidarios, de privilegios y prebendas, de dádivas y escenografía, está en las antípodas de lo que aspiramos.
Sólo es posible una vida mejor en sociedad si la construimos colectivamente y con compromiso, con una responsabilidad solidaria sin dobleces.
Los que se salvan solos, obviamente, no tienen lugar junto a nosotros. Por fortuna somos muchos los que anhelamos cambiar la realidad para todos y dejamos de lado los intereses individuales para lograrlo.
Esos compañeros, y los que se van sumando, son los que dan sentido al esfuerzo y los que animan el fueguito de la resistencia en medio de un vendaval de utilería y espejitos de colores.
Muchas gracias a todos por acompañar este hermoso y terrible desafío.