El martes 23 de mayo el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) presentó su nuevo libro “Más que nunca. 12 debates necesarios para construir la democracia del futuro”, en el marco de la conmemoración de los 30 años del SUTEF y el desarrollo del “Encuentro de fraternidad en el marco de los profundos cambios en la hegemonía mundial”.
La presentación, gratuita y abierta a la comunidad, la llevó adelante Diego Morales, Director del Área de Litigio y Defensa Legal del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) en la Sala Niní Marshall, en la ciudad de Ushuaia.
En relación a los discursos de derecha que se escuchan y ponen en tensión la democracia, Diego expresó “estos procesos que parecen sintomáticos e importantes están atravesando distintos niveles tanto locales, nacionales y regionales. Es un libro que trata de hablar sobre situaciones en la Argentina pero también hace referencia a lo que se está dando en la región, hay un capítulo que habla del, por ejemplo, intento de reforma constitucional en Chile y el fracaso de ese intento que, lamentablemente, tiene algunas resonancias hasta el día de hoy. Se votaron los candidatos para la nueva constituyente en Chile y ganó la derecha, y no sólo la derecha, ganó la extrema derecha que reivindica a Pinochet. Entonces el escenario es bastante delicado”.
Diego mencionó que “hay otro capítulo que habla sobre la propiedad privada, la propiedad sagrada y qué pasa con la renta inmobiliaria, esto quiere decir los alquileres. Así también, qué pasa con la cuestión de la deuda que es algo que se mencionó y de dónde sacamos los recursos presupuestarios. El Estado siempre dice que no puede gastar más, que la recaudación no da para el cierre de las cuentas y lo que empezamos a ver es algo que se advirtió anteriormente. Se puede sacar de otros lados. Bueno, esos otros lugares parecen estar vedados.”
“El libro trabaja básicamente eso como una zona en la cual la ganancia está del lado de la derecha. Donde su esquema y su modelo está asociado al orden y a la reducción de derechos. La reducción de nuestros derechos porque la propiedad privada no se toca”, subrayó Morales.
Con respecto a la construcción de una democracia del futuro en el que haya menos desigualdad social y cómo a pesar de la desigualdad se puede seguir hablando de democracia, Morales sostuvo que “hay algo que tiene que ver con los 40 años y la necesidad de mirar para atrás y a la vez, qué queda por delante, cuál es el camino.
“El libro tiene eso, un poco de revisión del pasado pero sobre todo tiene una propuesta para el futuro. Hay algunos debates que están relacionados con la agenda de derechos humanos ya sean las políticas de Memoria, Verdad y Justicia pero sobre todo cómo se transmiten esas políticas de Memoria Verdad y Justicia a las generaciones futuras o a las adolescencias. Hay un debate muy intenso acerca de cómo esa tradición desarrollada y activada por las propias víctimas hoy se transmite y qué debates tenemos que darnos para que esa tradición sea lo más efectiva posible en términos de recuperar los elementos de ese proceso de lucha y que eso sea una cuestión masiva no sólo una cuestión asociada a las propias víctimas y sino también que se extienda a la mayor cantidad de personas posibles”.
Diego agregó que “también hay algunos capítulos que hablan sobre la policía. La violencia policial lamentablemente forma parte de la agenda de derechos humanos en la Argentina. Ahí también tenemos un trabajo acerca de cómo tratar de generar las condiciones para evitar que los grandes presupuestos se vayan hacia las policías, que las policías siempre sean las beneficiarias de la contratación de mejores y mayores pertrechos. Pertrechos para evitar la protesta, para trabajar sobre la intimidad o la libertad de todos los que transitamos y los que activamos algunas cuestiones relacionadas al reclamo y a la protección de derechos”.
De igual manera aseveró “el libro tiene varias referencias de la agenda más tradicional del movimiento de derechos humanos pero también tiene otros temas. Por ejemplo hay un capítulo sobre cartoneros, donde se trata de mostrar la tradición de los cartoneros pero también como fueron transformándose en trabajadores”.
Morales planteó que “hay un capítulo sobre los migrantes y la participación política. No necesariamente en la participación en el voto, porque por cierto no pueden votar, a nivel nacional están excluidos de las elecciones. Pero si hay experiencias muy ricas de participación democrática de migrantes en procesos comunitarios, de distintos procesos más locales, en concejos deliberantes”.
Afirmó que “hay distintos capítulos sobre manifestaciones hoy de las distintas expresiones, por ejemplo, por qué el Estado se ensaña especialmente con el movimiento feminista. Ahí hay un recorrido sobre las distintas prácticas de persecución a los feminismos, en particular a las marchas feministas a partir del 2015 hasta el año pasado. Distintos episodios de violencia que se desarrollan o se desatan en contextos de reclamación del movimiento de género.
Entonces, Diego apuntó que “el libro tiene distintos temas que resultan significativos en términos de ciertos proyectos, de cierta idea para pensar hacia el futuro. Partimos de esa tradición, de ese espejo que tenemos que seguir mirando y que tiene que ver con las luchas. Hay cuestiones referidas a la oportunidad que tenemos de celebrar de alguna manera: 40 años de democracia pero sobre todo reconociendo todo lo que no resolvió la democracia, todos los problemas estructurales que la democracia no trabajó, no desarrolló entonces ese es un punto central del libro.
En relación a los consensos que la sociedad de hoy debe construir en estos 40 años de democracia, del trabajo en el CELS, la investigación y elaboración del libro, desde los derechos humanos, Diego planteó que “Hay una pregunta previa que nos hacemos, ¿con cuánta desigualdad puede subsistir la democracia? Esa es una pregunta muy inquietante porque al final hoy nos decÍan que ningún docente supera la línea de la pobreza, que ningún trabajador de la educación cobra algo que le permita sostener su forma de vida, las condiciones necesarias para la reproducción de la vida. Entonces, estamos celebrando 40 años de democracia y a la vez nos hacemos esa pregunta tan compleja. (…) Ahí aparece algo que estuvo muy presente hoy que tiene que ver con la movilización social y cierta imaginación política. Estos dos elementos me los llevo para tratar de conversar acerca de la experiencia de Tierra del Fuego y SUTEF. Creo que ahí hay dos ejes que aparecen en la agenda sindical”.
Con respecto a las deudas de la democracia y de las posibilidades de nuevos consensos, Morales subrayó que “el consenso acerca de la relevancia del proceso de Memoria, Verdad y Justicia en Argentina lo ponen en duda. El otro punto que oponen siempre es esta idea, que charlamos al principio, de orden. Ya sabemos lo que es el orden, menos derechos pero sobre todo muchos procesos legales, judiciales, de cercenamiento de derechos, de estrategia y persecución. Entonces el diagnóstico es bien delicado, cómo construimos esos consensos sobre esa base, esa base o reconocimiento de que hay problemas estructurales por resolver. Creo que el de la propiedad y el tema de la deuda soberana y la deuda con el Fondo Monetario Internacional pueden ser dos ejes para empezar a caminar”.
El tema de alimentos que también SUTEF tiene en la base de proyección es otro gran tema que requiere una intervención urgente y la cuestión ambiental dialoga con la deuda y con los alimentos. Muchas veces lo ambiental nos han comentado que se opone al desarrollo o lo ambiental está asociado a la necesidad de procesos de industrialización. Es cierto, pero también lo que nos oponen ahora es un reconocimiento de derechos de las comunidades que viven en los ambientes, en esos ambientes que de alguna manera hay que cuidar, consultar, evaluar para ver cuánto impacto resisten y qué impacto no resisten… está la urgencia de divisas. Esto ya ganó bastante terreno en muchas organizaciones y en muchas dirigencias, es decir, necesitamos el litio para salvarnos, necesitamos Vaca Muerta para salvarnos. Pero, por qué no discutimos el tema de la propiedad privada o de los impuestos o de las excepciones tributarias, ahí creo que no llegamos a definir los consensos y ya nos ponen unos dilemas – lo urgente versus el proyecto de país, un proyecto de país sustentable- afirmó Diego.
Así mismo, Diego afirmó que “el Fondo Monetario Internacional ahora está reclamando los billetes que puso en el 2018 y nosotros estamos tratando de explicar que esos billetes van a salir de estos desarrollos estructurales que nos muestran pero que son desarrollos extractivistas al final del día: sacar el litio para obtener dinero para pagarle al Fondo. Esto es algo que el libro también trabaja, ahora bien cómo llegamos a construir consensos sin caer en esas tentaciones. Siempre son opciones dilemáticas: o nos salvamos o nos hundimos”.
En relación a los consensos y al rol que juega la educación y los movimientos sindicales, Diego aseguró que “hay dos cuestiones que parecen interesantes. La primera es el cierto proceso de conversación que se tiene que dar a nivel de las escuelas. Eso es algo que el libro propone, el último capítulo habla sobre pensar la memoria para qué y ahí creo que el ámbito educativo visto desde una organización de derechos humanos me parece que es clave, es central y ahí se puede pensar en los Congresos Pedagógicos y en distintos espacios donde podamos transitar esta discusión y que estos temas de conversación en las aulas que tal vez están relacionados con la memoria también incluyan temas del presente, temas vinculados a la violencia policial, a la persecución, a las cuestiones vinculadas a la reducción de partidas presupuestarias. Explicar en ámbitos educativos también que finalmente el presupuesto, lo trabajamos en el capítulo de deuda, se redujó un 9% pero gastos sociales se redujeron un 12% y se aumentaron un 15% los gastos para pagarle al Fondo Monetario Internacional. Cómo se transmite eso, cómo se conversa eso en los ámbitos educativos”.
En relación al movimiento sindical, Morales asevera que “el movimiento sindical es clave y tiene varias herramientas para compartir con comunidades indígenas, campesinas y creo que ahí hay algo de relevancia de los y las trabajadoras y de sus organizaciones que resultan clave para impulsar esta necesidad que hablábamos al principio, que tiene que ver con movilización e imaginación política. Creo que ahí el movimiento sindical tiene esa experiencia que es riquísima.
Por ejemplo, hay un conflicto en el 2020 que es el conflicto de Guernica, en provincia de Buenos Aires donde alrededor de 2000 familias ocuparon 60 hectáreas. Una parte de las 60 hectáreas eran fiscales, otra gran parte correspondía a un country que se iba a desarrollar y que el Municipio había autorizado la habilitación de ese country.
El Municipio y la provincia de Buenos Aires tienen una ley que dice que en el caso de desarrollos inmobiliarios de envergadura, de más de 30/40 hectáreas – y ésta tenía 360 hectáreas- tienen que destinar el 10% de su inversión para políticas en materia de habitación social y puede ser que cedan una porción del terreno o que cedan la plata que implica ese terreno. Casi 30 hectáreas van a tener que ceder, entonces si el reclamo era por 60…eso no se aceptó, vino el desalojo y lo que ya sabemos que viene al final de la historia. Había más de 1400 familias todavía al día del desalojo y recuerdo al Ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires que lo presentó como un triunfo a la propiedad privada.
Lo interesante de las negociaciones previas para evitar el desalojo y generar una alternativa habitacional para esas familias que estaban y las posteriores pero claro, la provincia no quería compartir con todas las familias o sus representantes. En la discusión decían acá los vecinos están planteando algo así como una paritaria y eso no lo vamos a permitir jamás. La idea de poder discutir, de igual a igual, condiciones en este caso las de vivienda es una idea que no es aceptada porque finalmente hace unas semanas se empezaron a entregar las primeras casas esto quiere decir que el Gobierno de la provincia de Buenos Aires entendió que tenía que darles una solución habitacional y en este caso el sindicalismo es clave en generar las condiciones para otros reclamos”, subrayó Morales.
Podés descargar el libro acá.