El 25 de noviembre de 1886 se produjo una masacre que marcó para siempre la historia del pueblo Selk’nam y que dio inicio a un proceso sistemático de genocidio del cual podemos observar las consecuencias en el presente.
Ese día, el oficial Ramón Lista por pedido del Ejecutivo Nacional, desembarcó con sus hombres en la playa de San Sebastián con la finalidad de recorrer la región y se encontró con un grupo de familias Selk’nam. Como era habitual, intentaron tomarlos prisioneros, pero éstos opusieron resistencia. Por lo tanto, Lista ordenó a sus hombres abrir fuego sobre esas familias, asesinando 28 personas, entre quienes se encontraban mujeres y niñeces.
El año pasado la Legislatura fueguina sancionó la modificación de la Ley N.º 29, reconociendo el 25 de noviembre como el «Día del Genocidio Selk´nam», una jornada de memoria por la masacre de San Sebastián e inicio del genocidio contra ese pueblo originario.
Historia y presente de un pueblo
El pueblo selk’nam habitaban en territorios conocidos como “haruwen” (nuestra tierra) que eran la base de su estructura social en la cual no había jefes, sino que los hombres podían ocupar un lugar de liderazgo breve que era reemplazado al tiempo.
Fue en 1520 que la expedición de Hernando de Magallanes bordeó la isla antes de ingresar por el estrecho que conecta ambos océanos. Desde ahí observaron las fogatas que realizaban los Selk’nam por lo cual llamaron a la isla “Tierra del Fuego”.
Las primeras masacres contra el pueblo Selk’nam fueron llevadas adelante por expediciones mineras que buscaban oro y que comenzaron a llegar a partir de 1879. Es representativo el accionar del minero Julius Popper, que entre 1880 y 1890, buscando oro en la isla, protagonizó diferentes enfrentamientos con los Selk’nam a los que frecuentemente perseguía para matarlos y robar sus pertenencias.
Para 1894, todos los lugares anteriormente ocupados por los selk’nam (lugares de caza, haruwen y espacios de ceremonia) estaban tomados por estancieros. Frente a la disminución del guanaco (cazado por los terratenientes para que no rivalizaran por las pasturas con las ovejas) los selk’nam comenzaron a cazar ovejas lo que representó la profundización de los enfrentamientos.
La mayoría de los sobrevivientes del genocidio acabaron dispersos por los territorios de Chile y Argentina, pero muchos fueron embarcados en buques mercantes con destino incierto. En la década de 1970, la antropóloga Anne Chapman estableció que con la muerte de la supuesta última hablante el pueblo estaba extinto, convirtiendo a los Selk’nam en víctimas simbólicas y académicas.
Los niños y niñas sobrevivientes fueron dados en adopción, la mayoría perdieron sus nombres Selk’nam, algunos crecieron sin conocer su pasado y otros con temor a hablar de sus orígenes. Crecieron lejos de la tierra de sus ancestros y rodeados de contradicciones, en una sociedad que oficialmente daba y sigue dando a los Selk’nam por desaparecidos. Si bien el genocidio dificulta el reconocimiento cultural y la continuidad de la identidad debido a procesos de invisibilización y violencia, cada vez son más los descendientes que buscan recuperar rasgos culturales que los unifican.
En el último censo en Argentina, 1.144 personas se reconocieron como Selk’nam. La comunidad indígena Rafaela Ishton ha obtenido logros en derechos y garantías, lo que ayuda a ratificar la lucha de este pueblo en Chile. De forma conjunta con la Corporación Selk’nam Chile, buscan el reconocimiento oficial como etnia originaria.