Hace 17 años la policía de Neuquén fusiló por la espalda al maestro Carlos Fuentealba, en el marco de un contexto de lucha por recomposición salarial. Este día se ha convertido en una bandera de lucha de la docencia argentina, reivindicación de la educación pública y la clase trabajadora, marcando un camino contra la impunidad y la represión ejercida por el Estado.
¿Qué sucedió el 4 de abril del 2007?
El 4 de abril de 2007, durante Semana Santa, en un contexto de un mes de protestas bajo la gobernación de Jorge Sobisch, ATEN convocó a un corte sobre las Rutas 22 y 237. Los reclamos se basaban en recomposición salarial, pase a planta de auxiliares que trabajaban de manera precarizada, el 82% móvil para quienes se jubilarían; mejores condiciones edilicias y de enseñanza-aprendizaje. En definitiva, la lucha era a favor de una Educación Pública y de calidad, en contra de las políticas neoliberales. Decenas de docentes fueron llegando a la ruta 22 en autos, combis y colectivos.
El entonces gobernador de Neuquén y uno de los discípulos de Menem, Jorge Sobisch quien desmanteló la Educación Pública llevándola a funcionar con los recursos básicos, da la orden a la policía de la Provincia de impedir que los manifestantes cortaran la ruta. La policía cumplió la orden, desplegando una brutal represión con balas de goma, gases lacrimógenos y el carro hidrante contra la docencia que se encontraba en huelga y movilización.
Carlos Fuentealba fue atacado por la espalda por el ex cabo primero de la Policía de la provincia, José Darío Poblete, que disparó una granada de gas contra el auto en el que viajaba el docente. Aunque fue asistido en un hospital y atravesó dos operaciones, Carlos murió al día siguiente.
¡Justicia por Carlos Fuentealba!
La Justicia se vio obligada a avanzar. Pero, como pasa siempre, lo hizo a las órdenes del poder político. La causa iniciada se dividió en dos: “Fuentealba I” se llamó la que investigó a los responsables materiales y terminó con la condena a prisión perpetua al policía Darío Poblete, y Fuentealba II”, la que debía investigar las responsabilidades de Jorge Sobisch; esta causa nunca avanzó hasta finalmente prescribir por el simple paso de los años garantizando la impunidad de los poderosos.
El caso del docente Fuentealba nos demuestra lo que sucede con los gobiernos que no tienen como prioridad en su agenda los Derechos Humanos y que utilizan como respuesta a las protestas y reclamos sociales, la represión en manos de las fuerzas de seguridad.
A diecisiete años de su asesinato, Carlos sigue siendo una bandera para la docencia de todo el país.
Porque hay miles de docentes bajo la línea de la pobreza, porque hay cientos de edificios en pésimas condiciones, porque el derecho a la educación pública sigue sin ser prioridad del gobierno de turno, hacemos memoria, porque seguimos reclamando justicia por Carlos y porque, como él, en las calles y en las aulas, apostamos a construir otro futuro.
CARLOS FUENTEALBA ¡PRESENTE!¡HOY Y SIEMPRE!