Porque ese día estábamos también en la calle, reclamando en el Ministerio de Educación lo mismo que reclamaba Carlos Fuentealba en la ruta, en Neuquén. Un recuerdo que reaparece en nuestras mentes, en cada 4 de abril y en cada movilización, en cada comienzo y en cada final de los años escolares. Sobre todo cuando el Gobierno despliega a los antimotines, con sus cascos, con sus escudos y con esas escopetas. Es inevitable recordar el asesinato de un maestro cuando la movilización de compañeros y compañeras es recibida por un despliegue policial de antimotines. ¿Qué resguardan?¿el patrimonio del Estado?¿Qué cosa puede ser tan valiosa como para resguardarla aún poniendo en peligro la vida de un maestro o una maestra?
El recuerdo de ese disparo asesino vino en ese instante, el 23 de mayo del 2013, en esa movilización, en el playón de estacionamiento de Casa de Gobierno, cuando vimos al policía apuntando con su escopeta a la cabeza de una compañera.
Pasan los años y los distintos Gobiernos no han aprendido nada. Quieren naturalizar la presencia policial en las protestas, quieren naturalizar la represión, la brutalidad del Estado.
Eso no podemos permitirlo nunca más. Bertone, Ríos, Cóccaro, Colazo, Manfredotti y Estabillo, NUNCA MÁS.
¡CARLOS FUENTEALBA PRESENTE!
¡AHORA Y SIEMPRE!
¡AHORA Y SIEMPRE!
¡AHORA Y SIEMPRE!
¡Hasta la Victoria, siempre!